La cadena de la muerte.
Valentina tenía miedo. Aquella sensación era contradictoria a su gallardo nombre… pero no podía evitar estremecerse, y al mismo tiempo, tampoco podía despegar su mirada de la pantalla del ordenador. Allí surgían letras de la nada… alguien al otro lado las escribía… pero por su mensaje, y el influjo que provocaban, su hostigador bien podía estar expresándose desde la mismísima orilla de la muerte… Ella nunca debería haberse negado a reenviar aquella cadena que irrumpió en su email…
- - Pablo… Pablo…
Los labios de Valentina comenzaron a repetir ese nombre, moviéndose como si alguien los obligase, haciéndole hablar cada vez más alto hasta que acabó gritando, posesa de su miedo y de una extraña influencia. Los dedos de la muchacha lucharon por despegarse del teclado, pero parecían haber sido sellados a este. Valentina se revolvía desesperada en su lucha por alejarse, pero a pesar de su brutal forcejeo, su mirada continuaba fija en la pantalla. “Si no reenvías esta cadena de la muerte, morirás” –Recordó el email aterrorizada-. Ella nunca creyó en esas chorradas… No hasta ese preciso momento.
Finalmente, exhausta y con los dedos ensangrentados a causa del inútil esfuerzo, Valentina se dejó caer sobre la silla, agotada por la lucha contra la pantalla de su propio ordenador de sobremesa; aquel cristal oscuro en el que parpadeaban palabras, intermitentes como una gotera, y tortuosas como tener una encima durante un mes.
A su espalda sintió una vocecilla con una tonalidad gélida e inquietante, como si perteneciese a un fantasma. Aquel ser que ahora la acechaba desde detrás, comenzó a repetir su nombre primero entre susurros, y finalmente gritando estridentemente.
- - - Valentina… ¡Valentina! Mañana el sonido de mi propio nombre te matará…
Fue tal el terror de la joven ante ambas amenazas que la rodeaban, una de frente y otra desde su espalda, que acabó desmayándose de la impresión.
Amaneció en su cama. El cuarto estaba en orden, el sol se filtraba por las rejillas de la persiana, y con su calidez daba un toque optimista a la estancia. Valentina se levantó de un salto, y lo primero que hizo fue comprobar que el ordenador estuviera apagado… Y así era. Ya más tranquila, se vistió con calma, tomó su mochila del suelo, y salió de la habitación dispuesta a desayunar e ir calmadamente al colegio. En aquella calurosa e iluminada mañana, Valentina se sentía tan bien que hasta se rió sola mientras recordaba su pesadilla de camino a clase. Traspasó la puerta de su aula tan ensimismada en sus propios pensamientos, que no reparó en su nuevo compañero hasta que chocó contra él.
- - ¿Una mala noche? -Preguntó el muchacho, de rostro tétrico y extremadamente pálido, fijándose detenidamente en las ojeras de Valentina-
- ¿ - Eres nuevo en el colegio? –Observó la joven cortésmente- ¿Cómo te llamas?
- P - Pablo… -Esa fue toda la respuesta que Valentina obtuvo antes de desplomarse-
4 comentarios:
Esta genial ! me encanta y sii es divertido gracias melina te pasaste!
de nada wapa, besos!
como que de nada !! siempre tan modesta ... ya te dije que me voy a poner a llorar con tu sencilles ^^
jajaja, q exagerada ;-P
Publicar un comentario